domingo, 8 de agosto de 2010

EL COLONIALISMO MENTAL Y LA IDENTIDAD PERDIDA

EL COLONIALISMO MENTAL Y LA IDENTIDAD PERDIDA


Escribe: Aureliano Turpo Choquehuanca


Todas las civilizaciones del mundo han construido su identidad cultural y la han fortalecido en el tiempo y la historia de su propio camino civilizatorio, así podemos observar por ejemplo a los pueblos ancestrales, como los Cabil y los Berber del norte de África, que tienen similar proceso de colonización con nuestros pueblos. Los pueblos del Asia, la China, del Japón; de Europa, los latinos, los anglosajones, los arios y otras expresiones étnico-culturales tienen su propia identidad cultural que se expandieron por el mundo con el claro propósito de hegemonizarse y considerarse “universal”.


La identidad cultural es la manifestación de la capacidad creativa del ser humano dentro de su proceso civilizatorio que le permite definir un camino de organización económica, política, cultural y espiritual como el caso de nuestro proceso civilizatorio tawantinsuyano. La civilización occidental y cristiano de Europa en cambio desarrollo su proceso civilizatorio en el marco de su lógica de pensamiento ateo y cristiano que determina su propia identidad cultural, por todo aquello que se manifiesta en sus relaciones culturales, como su lengua, sus tradiciones, sus costumbres, su arte, su ciencia y sus manifestaciones religiosas como la llamada “semana santa”, que se ha impuesto en todas las sociedades invadidas y colonizadas del mundo.


Ahora bien, nuestra identidad cultural se pierde en el tiempo y el espacio histórico de la invasión y colonización euro-española y republicana, es decir, como expresión traumatizante, pues, el hecho de que se haya impedido la práctica de nuestras lenguas, de nuestras tradiciones, costumbres, ritos espirituales, formas de organización económica, política, cultural y espiritual. Sobre todo, cuando se nos niega nuestros derechos fundamentales a desarrollar nuestras propias manifestaciones culturales civilizatorias, imponiéndonos formas de vida propia del otro, como son las distintas manifestaciones culturales alineadas y aculturadas que niegan la identidad cultural de los kechuas, aymaras, amazonenses y de los mestizos empobrecidos. Esta realidad lacerante de la colonización secante, impulsará a impostar una identidad cultural ajena, negándole su propia identidad cultural como pueblos y naciones, afirmando la condición colonial de clase social citadina.


La identidad cultural pérdida se manifiesta en la impostación de otra identidad, sobre todo, en la identificación con el otro, que puede ser la cultura anglosajona por ejemplo. La lengua, el vestido, la moda, la música y otros elementos culturales asimilados por una buena parte de la sociedad citadina “indígena” y “no indígena”, que en más de una ocasión provoca violencias traumáticas propias de una sociedad colonial sea esta capitalista o socialista.


La identidad pérdida es aquella identidad no visibilizada como consecuencia de la discriminación y la alienación que se materializa por las formas de socialización de las normas de convivencia que el Estado constitucionaliza en el marco del Estado de Derecho del que no participo ni participa el heredero del primer habitante tawantinsuyano, sino que se la impone dentro de esa propuesta de “cristianización y civilización de salvajes indios” y/o de marxistización ateisante y proletarizante del ser humano: EL RUNA O HAK`E. Es importante señalar que el Estado de Derecho para los pueblos y naciones colonizados no existe, lo que existe es el Estado de la Derecha oligárquica, de ahí que se violan todos los derechos fundamentales del ser humano kechua, aymara y amazonense.


El reto el siglo XXI para los pueblos y naciones ancestrales de los cuatro suyus de la civilización comunitaria de ayllus del Tawantinsuyu, esta en la revalorización de las manifestaciones culturales, de la recuperación de la personalidad etnohiustórica y de la reconstitución del espacio territorial ancestral que nos permita reencontrar el equilibrio y la armonía socio-económica, política y cultural en el marco de la lógica de pensamiento cósmico tawantinsuyano, que es manifestación holística civilizatorio tawantinsuyano, que al profe-ta Vilcatoma le provoca pesadilla cerebral a consecuencia de su dogmatización occidental atea, incapaz de entender el mundo filosófico tawantinsuyano.


Ahora bien, en el marco de la reflexión socio-económica y etnohistórica que abordo, considero que la realidad social peruana no es ajena a lo anteriormente señalado, pues, los traumas coloniales y la pérdida de la identidad es común a los otros países de la hoy llamada América del Sur. El hecho de reconocerse boliviano, peruano, ecuatoriano es en lo sustantivo la negación de nuestra pertenencia territorial y cultural, pues, nuestras raíces étnico-culturales y nuestra civilización ancestral no son latinas, menos euro-españolas ni anglosajonas.


Si esta es la realidad que constatamos hoy, después de más de 477 años de invasión y colonización virreinal y republicano, estamos persuadidos de que el trauma colonial y la pérdida de la identidad será una constante durante el tercer milenio. Queda entonces la responsabilidad individual y comunitaria de recrear nuestra propia etnohistoria y el proceso evolutivo de nuestra civilización y la superposición de la otra civilización que nos niega y nos homogeniza como latinos, bolivianos, peruanos, argentinos, ecuatorianos que son las identificaciones de la política colonial del terracidio, que hace sangrar a nuestra Madre Tierra- Hallpa Mamanchis y nos enfrenta cotidianamente dentro de falsos nacionalismo latinizantes, lo que diría el Mallku Felipe Quispe: “Nos hacen pelear indio contra indio”.

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